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Oftalmología
pediátrica

¿Qué es la oftalmología
de pediátrica?

La oftalmología pediátrica es la rama de la oftalmología que se dedica al estudio, diagnóstico y tratamiento de todos los problemas oculares que aparecen en los niños, desde el nacimiento hasta la adolescencia.

El cuidado de los niños en los primeros años de vida es fundamental para el desarrollo de la visión. En esta etapa no sólo es importante la labor del oftalmólogo sino también la de los padres y cuidadores que son quienes, en la mayoría de los casos, le notan “algo” a su hijo.

La patología ocular en niños es muy variada. Podemos encontrar problemas de visión (que son los más frecuentes), estrabismo, lagrimeo por obstrucción de la vía lagrimal, conjuntivitis predominantemente alérgicas, cataratas, glaucoma y hasta patología tumoral.

Desarrollo de la visión en los niños

La visión es la percepción de los objetos que se lleva a cabo a través de la luz, que entra en el ojo proyectando una imagen en la retina. Una vez en la retina, la imagen se convierte en impulsos nerviosos y recorren el nervio óptico hasta el cerebro, donde son analizados en la corteza occipital, dando sentido a lo que vemos. 

El ser humano no nace viendo, sino con la capacidad de aprender a ver. La visión se va desarrollando en los primeros años de vida conforme vamos recibiendo estímulos.

Los recién nacidos tienen muy poca visión, ven prácticamente en blanco y negro y solo a unos 20 cm. Posteriormente va desarrollándose la visión de los colores y al mes comienzan a enfocar objetos a diferentes distancias (es cuando empieza la acomodación).

Con tres meses, cuando aparece la sonrisa social, comienzan a seguir algunos objetos en movimiento y a desarrollar la visión en profundidad, iniciándose el desarrollo de los movimientos oculares.

A partir de los 6 meses estos movimientos oculares ya están más coordinados y la visión en profundidad se afianza, permitiéndole calcular mejor las distancias. Al año de vida comienza la coordinación oculomotora, que nos permite realizar actividades en las que utilizamos simultáneamente los ojos y las manos.

La agudeza visual o cantidad de visión va desarrollándose progresivamente conforme el niño va creciendo y aprendiendo a ver. Es por esto por lo que un niño de tres años no debe tener un 100% de visión o ver lo mismo que un adulto. El desarrollo de la visión finaliza entre los 8 y 9 años. Si en estos primeros años de vida no se ha corregido cualquier defecto que afecte a la visión, el niño correrá el riesgo de desarrollar un ojo ambliope u ojo vago. Por este motivo es importante realizar una primera revisión a los 3 años, o antes en el caso de que los padres o cuidadores le noten algo. 

La labor del oftalmólogo pediatra es fundamental, ya que determinará la salud ocular del niño para el resto de su vida. Para ser conscientes de su importancia, es necesario conocer los conceptos de plasticidad cerebral y desarrollo de la visión. La plasticidad cerebral es la capacidad que tiene el cerebro para adaptarse y moldearse según la situación y los estímulos externos. De hecho, esta plasticidad es mucho más evidente en la etapa de la niñez, es decir, durante el desarrollo. De esta forma, un cerebro que comienza siendo totalmente moldeable se va configurando hasta alcanzar su madurez, punto en el cual ciertos cambios que han tenido lugar durante el desarrollo ya no son modificables.

Este concepto de plasticidad cerebral y desarrollo es aplicable a todos los niveles en el cerebro. Sin embargo, no todas sus partes evolucionan al mismo ritmo. Concretamente, desde el nacimiento hasta los 7-8 años tiene lugar un proceso crucial: el desarrollo de la visión. Por lo que los problemas que puedan afectar al desarrollo de la visión, si no se tratan a tiempo, podrían volverse irreversibles.

Un ejemplo que todos hemos visto alguna vez es la imagen del niño que lleva un parche en el ojo. Este niño seguramente tiene cierto problema en uno de los ojos que le impide ver igual que por el otro. Este hecho hace que la información visual del ojo afectado tarde más tiempo en llegar al cerebro. Con el paso del tiempo, si no se pone remedio al problema, la información que llega “defectuosa” o más lenta será bloqueada, provocando así una ceguera en el ojo afectado. El cerebro elige la información más válida y se queda exclusivamente con ella. ¿Qué conseguimos entonces colocando el parche en el ojo del niño? Mediante esta técnica, mientras corregimos el problema del “ojo malo”, tapamos el ojo sano y forzamos al cerebro del niño a aceptar la información visual del “defectuosa”, evitando así el desarrollo futuro de la ceguera. Esta afección se conoce como ambliopía u ojo vago.

¿Cuándo acudir al oftalmólogo pediatra?

Se aconseja realizar la primera revisión oftalmológica a los 3 años de forma general. Antes de esta edad la colaboración del niño es muy difícil. Por tanto, en ausencia de signos de alarma, no hará falta acudir al oftalmólogo pediatra antes de este momento. Existen algunos signos o situaciones ante las cuales debemos estar atentos y acudir al oftalmólogo:

  • Leucocoria (pupila blanquecina)
  • Lagrimeo
  • Alteraciones en la posición de los párpados
  • Pérdida de paralelismo de los ojos
  • Torcer el cuello o cabeza al mirar
  • “Achicar los ojos” al intentar enfocar de lejos
  • Acercarse mucho a la TV o al leer
  • Dolor de cabeza tras actividades visuales
También se recomienda realizar una revisión antes de lo habitual en casos de prematuros y patologías oculares de los padres o familiares de primer grado (glaucoma, defectos de graduación altos, enfermedades de la retina).

Enfermedades visuales en niños

Las enfermedades oftalmológicas son bastante comunes en los niños, y su tratamiento precoz será de vital importancia para su correcto desarrollo visual.

Algunas de las más comunes son:

  • Ambliopía u ojo vago: se trata del “bloqueo” de información visual por parte del cerebro de uno de ojos. Es la más importante de las patologías oftalmológicas pediátricas y su peligro radica en que, si no se trata a tiempo, puede limitar la visión de dicho ojo de forma permanente. Su origen se encuentra en un problema de base que se desarrolla desde el nacimiento o durante la infancia. Las causas son variadas, pero cualquier problema que impida o dificulte la visión podría provocarla. Las más comunes son: estrabismo, graduaciones elevadas, catarata congénita…
  • Estrabismo: este problema es uno de los más comunes y es bastante evidente. Se manifiesta con la desviación de la mirada en uno o ambos ojos. Esto hace que los ojos no dirijan la mirada hacia el mismo punto, limitando la coordinación de ambos campos visuales y provocando una visión doble o “diplopía”. Si esto se produce antes de los 7-8 años (edad de madurez del sistema visual), la reacción del cerebro será dejar de recibir la información del ojo afectado, dando lugar a la aparición del ojo vago. El estrabismo puede ser a su vez provocado por la propia ambliopía (al dejar de usarse, el ojo se desvía), por defectos de refracción, etc. Por tanto, su tratamiento dependerá de la causa, siendo lo más común el uso de parches, gafas…
  • Defectos de refracción: miopía, hipermetropía y astigmatismo. Es importante tratar todos ellos ya que pueden ser causa de ambliopía. Los niños suelen tener cierto grado de hipermetropía de forma fisiológica que no es necesario tratar, siempre y cuando no haya riesgo de ojo vago. La corrección de estos defectos es sencilla mediante el uso de gafas.
  • Alteraciones de la vía lagrimal: la más destacada es la imperforación congénita del conducto lacrimonasal, que impide el correcto drenaje de la lágrima. Esto da lugar habitualmente a un lagrimeo o ojo húmedo y ocasionalmente a infecciones de repetición. Más del 90% se solucionan durante el primer año de vida de forma espontánea o con la aplicación de masajes en el saco lagrimal. 
  • Leucocoria: la pupila se presenta de color blanquecino en vez de negra. No es por sí misma una enfermedad, sino que es un signo que pone de manifiesto otras posibles enfermedades, algunas graves. Las causas más comunes son la catarata congénita y el retinoblastoma (tumor maligno que supone la causa más grave de leucocoria).

  • Glaucoma congénito: representa un incremento de la presión dentro del ojo, lo que produce un daño en el nervio óptico con pérdida de visión, pero también provoca un aumento del tamaño del globo ocular y adelgazamiento de sus paredes.

  • Malformaciones congénitas: colobomas, aniridia, malformaciones de párpados…

Otros servicios de nuestra clínica

El estrabismo es una pérdida del paralelismo de los ojos, lo que provoca una falta de alineamiento de las imágenes.

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